Devenir Paul Cézanne



No se está en el mundo, se deviene con el mundo, se deviene contemplándolo. Todo es visión, devenir. Se deviene universo. Devenires animal, vegetal, molecular, devenir cero. Los afectos son precisamente estos devenires no humanos del hombre como los perceptos (ciudad incluida) son los paisajes no humanos de la naturaleza. «Está pasando un minuto del mundo», no lo conservaremos sin «volvernos él mismo», dice Cézanne.








La obsesión

Desde 1885 hasta 1905 Paul Cézanne pinta 45 acuarelas y 36 cuadros con el motivo de la montaña de Saint Victoire. Muchísimas cosas deberían decirse de Paul Cézanne y su obra pero estas notas son hechas solamente para trasladar a los lectores una pregunta que no ha dejado de aparecérseme desde que escuché por primera vez un comentario sobre estas pinturas: ¿por qué un artista necesita pintar una y otra vez la misma montaña? ¿qué quiere encontrar en ella? Confieso, por otra parte, mi atracción incondicional por aquellas personas que repiten un gesto una y otra vez, aunque sea el más mínimo y sin importancia. Creo que hay en esto una heroica búsqueda siempre insatisfecha y siempre renovada.




Arte



La memoria interviene muy poco en el arte. Bien es verdad que toda obra de arte es un monumento, pero el monumento no es en este caso lo que conmemora un pasado, sino un bloque de sensaciones presentes que sólo ellas mismas deben su propia conservación, y otorgan al acontecimiento el compuesto que lo conmemora. El acto del monumento no es la memoria, sino la fabulación. No se escribe con recuerdos de la infancia, sino por bloques de infancia que son devenires‐niño del presente.

Deux Régimes de fous : textes et entretiens, 1975-1995

... d’un art à l’autre, la nature des images varie et est inséparable des techniques : couleurs et lignes pour la peinture, sons pour la musique, descriptions verbales pour le roman, images-mouvement pour le cinéma.

Gilles Deleuze 
Deux Régimes de fous : textes et entretiens, 1975-1995, Paris, Les Éditions de Minuit, 2003, p. 194.




Vía: Millepiani Eterotopia

Devenir Zen


Del eterno retorno

¿Por qué Nietzsche conocedor de los griegos, sabe que el eterno retorno es su invención, la creencia intempestiva o del futuro? Porque «su» eterno retorno no es en modo alguno el retorno de una mismidad, de una semejanza o de una igualdad. Nietzsche lo dice claramente: Si hubiera identidad, si hubiera para el mundo un estado cualitativo indiferenciado, o para los astros una posición de equilibrio, sería ésa una razón para no salir, no para no entrar en un ciclo. Así, Nietzsche vincula el eterno retorno a lo que parecía oponérsele o limitarlo desde fuera: la metamorfosis integral, lo desigual irreductible. La profundidad, la distancia, los bajos fondos, lo tortuoso, las cavernas, lo desigual en sí forman el único paisaje del eterno retorno. Zaratustra se lo recuerda al bufón, pero también al águila y a la serpiente: no se trata de una «mejora» astronómica, ni siquiera de una ronda física... No se trata de una ley de la naturaleza. El eterno retorno se elabora en un fondo en el que la Naturaleza original reside en su caos, por encima de los reinos y las leyes que constituyen tan sólo la naturaleza secundaria. Nietzsche contrapone su «hipótesis» a la hipótesis cíclica, «su» profundidad a la ausencia de profundidad en la esfera de los fijos. El eterno retorno no es ni cualitativo ni extensivo, es intensivo, puramente intensivo. Es decir: se dice de la diferencia. Tal es el vínculo fundamental del eterno retorno y de la voluntad de poder. El uno no puede decirse sino de la otra. La voluntad de poder es el mundo centelleante de las metamorfosis, de las intensidades comunicantes, de las diferencias de diferencias, de los soplos, insinuaciones y expiraciones: mundo de intensivas intencionalidades, mundo de simulacros o de «misterios». El eterno retorno es el ser del mundo, el solo Mismo que pueda decirse del mundo, y con exclusión de toda identidad previa. Es cierto que Nietzsche se interesaba por la energética de su tiempo; pero no se trataba de la nostalgia científica de un filósofo. Hay que adivinar que iba a buscar en la ciencia cantidades intensivas, el medio de realizar lo que llamaba la profecía de Pascal: hacer del caos un objeto de afirmación. Sentida contra las leyes de la naturaleza, la diferencia en la voluntad de poder es el objeto más alto de la sensibilidad, la Hohe Stimmung (hay que recordar que la voluntad de poder fue primeramente presentada como sentimiento, sentimiento de la distancia). Pensada contra las leyes del pensamiento, la repetición en el eterno retorno es el pensamiento más alto, la gross Gedanke. La diferencia es la primera afirmación, el eterno retorno es la segunda, «eterna afirmación del ser», o enésima potencia que se dice de la primera. Es siempre a partir de una señal, es decir, a partir de una intensidad primera, como el pensamiento se proyecta. A través de la cadena rota o del anillo tortuoso, nos vemos conducidos violentamente del limite de los sentidos al limite del pensamiento, de lo que no puede ser más que sentido a lo que no puede ser más que pensado.
Es porque nada es igual, porque todo se baña en la diferencia, en su desemejanza, en su desigualdad, incluso consigo mismo, por lo que todo retorna. O más bien por lo que nada retorna. Lo que no retorna es lo que niega el eterno retorno, lo que no soporta la prueba. Lo que no retorna es la cualidad, la extensión, porque la diferencia como condición del eterno retorno se anula; es lo negativo, porque la diferencia se invierte para anularse; es lo idéntico, lo semejante, lo igual, porque éstos constituyen las formas de la indiferencia. Es Dios, es el yo como forma y garante de la identidad. Es todo lo que no aparece sino bajo la ley del «de una vez por todas», incluida la repetición cuando se halla sometido a la condición de identidad de una misma cualidad, de un mismo cuerpo extenso, de un mismo yo (como ocurre con la «resurrección») .. ¿Quiere esto decir que en verdad ni la cualidad ni la extensión retornan? ¿O bien no estábamos obligados a distinguir a modo de dos estados de la cualidad y dos estados de la extensión? Uno en el que la cualidad fulgura como signo en la distancia, o intervalo de una diferencia de intensidad; el otro en el que, como efecto, reacciona ya sobre su causa y tiende a anular la diferencia. Uno en el que la extensión permanece aún implicada en el orden envolvente de las diferencias, y otro en el que la extensión explica la diferencia y la anula en el sistema cualificado. Tal distinción, que no puede efectuarse en la experiencia, se hace posible desde el punto de vista del pensamiento del eterno retorno. La dura ley de la explicación es la que se explica, y se explica de una vez por todas. La ética de las cantidades intensivas no tiene sino dos principios: afirmar incluso lo más bajo, y no explicarse (demasiado). Debemos ser como aquel padre que reprochaba a su hijo haber dicho todas las palabras sucias que sabía no sólo porque estaba mal, sino porque no se había guardado ninguna, ningún resto para la sutil materia implícita del eterno retorno. Y si el eterno retorno, incluso al precio de nuestra coherencia y en beneficio de una coherencia superior, conduce a las cualidades al estado de puros signos, y no conserva de las extensiones sino lo que se combina con la profundidad original, entonces aparecerán las cualidades más bellas, los colores más brillantes, las piedras más preciosas y las extensiones más vibrantes, puesto que, reducidas a su razón seminal, y tras haber roto toda relación con lo negativo, permanecerán para siempre apegadas al espacio intensivo de las relaciones positivas; entonces, a su vez, se realizará la predicción final del Fedón, cuando Platón promete, con la sensibilidad desprendida de su ejercicio empírico, templos, astros y dioses como jamás se han visto, afirmaciones inauditas. La predicción no se realizará, bien es cierto, sino con la inversión del platonismo mismo. 
G. Deleuze. Diferencia y repetición. 

Papeles de invierno



Où veut-on en venir ? Dans quelle société de merde est-on en train de nous précipiter ? Le sort actuel des jeunes maghrébins de la seconde génération est, à cet égard, exemplaire. Nés en France ou y vivant depuis leur enfance, ils sont aujourd’hui un million cinq cent mille à être pris pour cible non seulement par les flics en uniforme, mais aussi par les flics miniatures implantés dans la tête de tout un bon peuple en mal de sécurité. Inutile de leur mettre des étoiles jaunes, on les détecte au premier regard, au Feeling. Objets de haine et de fascination, l’inconscient collectif les a relégués dans ses zones d’ombre les plus inquiétantes. Ils incarnent tous les maléfices de notre société, toutes les incertitudes de la situation présente. […]
Il n’est évidemment pas question [pour l’inconscient collectif] de réaliser que leur « disponibilité » apparente et, pour quelques-uns, leur délinquance résultent principalement de leur exclusion sociale, du chômage et de la nécessité, fréquente pour nombre d’entre eux, d’échapper au quadrillage territorial. Il est toujours plus facile de criminaliser les victimes et de fantasmer sur leur dos que de faire face aux réalités !

Félix Guattari 

Extrait de "Les années d’hiver (1980-1985)" Les Prairies ordinaires, 2009.




Vía: Millepiani Eterotopia



40 años

Devenir Herzog


"One should judge a man mainly from his depravities. Virtues can be faked. Depravities are real." —Klaus Kinski in Werner Herzog's 'Aguirre, der Zorn Gottes' (1972)
https://www.facebook.com/wernerherzog.ds

Del concepto

Los filósofos no se han ocupado lo suficiente de la naturaleza del concepto como realidad filosófica. Han preferido considerarlo como un conocimiento o una representación dados, que se explicaban por unas facultades capaces de formarlo (abstracción, o generalización) o de utilizarlo (juicio). Pero el concepto no viene dado, es creado, hay que crearlo; no está formado, se plantea a sí mismo en sí mismo, autoposición. El concepto es incorpóreo, aunque se encarne o se efectúe en los cuerpos. Pero precisamente no se confunde con el estado de cosas en que se efectúa. Carece de coordenadas espaciotemporales, sólo tiene ordenadas intensivas. Carece de energía, sólo tiene intensidades. El concepto expresa el acontecimiento, no la esencia o la cosa. Es un Acontecimiento puro, una hecceidad, una entidad: el acontecimiento de Otro, o el acontecimiento del rostro (cuando a su vez se toma el rostro como concepto). O el pájaro como acontecimiento. El concepto se define por la inseparabilidad de un número finito de componentes heterogéneos recorridos por un punto en sobrevuelo absoluto, a velocidad infinita.

De las cualidades

Nosotros no militamos en modo alguno por una estética de las cualidades, como si la cualidad pura (el color, el sonido, etc.) contuviera el secreto de un devenir sin medida. Las cualidades puras todavía nos parecen sistemas puntuales: son reminiscencias, bien recuerdos flotantes o transcendentes, bien gérmenes de fantasma. Una concepción funcionalista, por el contrario, sólo considera en una cualidad la función que cumple en un agenciamineto preciso, o en el paso de un agenciamiento a otro. Pues la cualidad debe ser considerada en el devenir que la capta, y no el devenir en cualidades intrínsecas que tendrían valor de arquetipos o de recuerdos fílogenéticos. Por ejemplo, la blancura, el color es captado en un devenir-animal, que puede ser el del pintor o el del capitán Achab, al mismo tiempo que en un devenir color, un devenir-blancura, que puede ser el del propio animal. La blancura de Moby Dick es el índice especial de su devenir-solitario. Los colores, las siluetas y los ritornelos animales son índices de devenir-conyugal o de devenir-social que también implican componentes de desterritorialización. Una cualidad sólo funciona como línea de desterritorialización de un agenciamiento, o que pasa de un agenciamiento a otro. Precisamente en ese sentido un bloque-animal es otra cosa que un recuerdo filogenètico, y un bloque de infancia es otra cosa que un bloque de infancia. En Kafka, una cualidad nunca funciona por sí misma o como recuerdo, sino que rectifica un agenciamiento en el que se desterritorializa, y, a la inversa, al que proporciona una línea de desterritorialización: así, el campanario de infancia pasa a la torre del castillo, la toma al nivel de su zona de indiscernibilidad para lanzarla a una línea de fuga (como si un habitante "hubiese hundido" el tejado). Si en el caso de Proust esto es más complicado, menos sobrio, es porque en él las cualidades conservan un aire de reminiscencia o de fantasma; y sin embargo, también en él son bloques funcionales que actúan, no como recuerdos y fantasmas, sino como devenir-niño, devenir-mujer, como componentes de desterritorialización, que pasan de un agenciamiento a otro.
D&G


Pintura: Jean Dubuffet. Casas en alquiler. París 1946

Devenir Y

El lenguaje está profundamente trabajado por los dualismos, las dicotomías, los cálculos binarios. La lingüística solo encuentra en el lenguaje lo que ya había: el sistema arborescente de la jerarquía y del mando. El yo, el tú y el él pertenecen profundamente al lenguaje. Lo primero es el lenguaje, es él quien ha inventado el dualismo. Pero el culto del lenguaje, la institucionalización de la lingüística , es peor aún que la vieja ontología, de la que ha tomado el relevo. Hay que luchar contra el lenguaje, inventar el tartamudeo, para trazar una vocal o escrita que hará correr el lenguaje entre esos dualismos y que definirá un uso minoritario del lenguaje, una variación inherente como dice Labov. Lo que define la multiplicidad no son los elementos ni el conjunto sino el Y, el Y como algo que ocurre entre los elementos o entre los conjuntos. Y aunque solo haya dos términos hay un Y entre los dos, que no es ni uno ni otro, ni uno que deviene el otro, sino que constituye precisamente la multiplicidad. Siempre es posible deshacer los dualismos desde dentro trazando las líneas de fuga que pasan entre los dos términos, estrecho arroyo que no pertenece ni a uno ni a otro sino que lo arrastra a los dos en una evolución no paralela, en un devenir heterocrono. Al menos eso no tiene que ver con la dialéctica.

De las sensaciones


Los acordes son afectos. Consonantes o disonantes, los acordes de tonos o de colores son los afectos de música o de pintura. Rameau destacaba la identidad del acorde y del afecto. El artista crea bloques de perceptos y de afectos, pero la única ley de la creación consiste en que el compuesto se sostenga por sí mismo. Que el artista consiga que se sostenga en pie por sí mismo es lo más difícil. Se requiere a veces una gran dosis de inverosimilitud geométrica, de imperfección física, de anomalía orgánica, desde la perspectiva de un modelo supuesto, desde la perspectiva de las percepciones y de las afecciones experimentadas, pero estos errores sublimes acceden a la necesidad del arte si son los medios internos de sostenerse en pie (o sentado, o tumbado). Hay una posibilidad pictórica que nada tiene que ver con la posibilidad física, y que confiere a las posturas más acrobáticas la fuerza de sostenerse en pie. Por el contrario, hay tantas obras que aspiran a ser arte que no se sostienen en pie ni un instante. Sostenerse en pie por sí mismo no es tener un arriba y un abajo, no es estar derecho (pues hasta las casas se tambalean y se inclinan), sino únicamente es el acto mediante el cual el compuesto de sensaciones creado se conserva en sí mismo. Un monumento, pero el monumento puede caber en unos pocos trazos o en cuatro líneas.
¿Qué es la filosofía? (Gilles Deleuze y Félix Guattari)

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Bloques rizomáticos


Gilles y Félix


Mil mesetas

Bibliografía de Gilles Deleuze en castellano

DELEUZE, Gilles, Empirismo y Subjectividad (Madrid: Gedisa, 1981) tr. Hugo Acevedo. Prefacio de Oscar Masotta.
DELEUZE, Gilles, Nietzsche y la filosofia (Barcelona: Editorial Anagrama, 1971) tr. Carmen Artal.
DELEUZE, Gilles, La filosofía Crítica de Kant tr. Francisco Monge, en Deleuze, Spinoza, Kant, Nietzsche (Barcelona: Editorial Labor, 1974).
DELEUZE, Gilles, El Bergsonismo (Madrid: Ediciones Catédra, 1987) tr. Luis Ferrero Carracedo.
DELEUZE, Gilles, Presentacion de Sacher-Masoch (Madrid: Taurus, 1973) tr. A.M. García Martínez.
DELEUZE, Gilles, Diferencia y repetición (Gijón: Júcar Universidad, 1988) tr. Alberto Cardín. Introducción de Miguel Morey. Introducción traducida como "Repetición y Diferencia: Introducción" tr.F. Monge en Cuadernos Anagrama 1972.
DELEUZE, Gilles, Spinoza y el problema de la expresión (Barcelona: Muchnik Editores, 1975) tr. Horst Vogel.
DELEUZE, Gilles, Lógica del sentido (Barcelona: Barral, 1970) tr. Ángel Abad. Nueva traducción (Barcelona: Paidós, 1989) tr. Miguel Morey y Víctor Molina.
DELEUZE, Gilles, Spinoza, tr. Francisco Monge en Deleuze, Spinoza, Kant, Nietzsche (Barcelona: Editorial Labor, 1974).
DELEUZE, Gilles, Proust y los signos (Barcelona: Anagrama, 1972) tr. Francisco Monge.
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DELEUZE, Gilles, con Félix Guattari, Mil mesetas (Valencia: Pre-Textos, 1988) tr. José Vázquez Pérez y Umbelena Larraceleta.
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DELEUZE, Gilles, La imagen-tiempo: Estudios sobre cine 2 (Barcelona: Paidós, 1986) tr. Irene Agoff.
DELEUZE, Gilles, Foucault (Barcelona: Paidós Studio, 1987) tr. José Vázquez Pérez. Prefacio de Miguel Morey.
DELEUZE, Gilles, El Pliegue: Leibniz y el barroco (Barcelona: Paidós, 1989) tr. José Vázquez Pérez y Umbelena Larraceleta.
DELEUZE, Gilles, Pericles y Verdi (Valencia: Pre-Textos, 1989) tr. Umbelena Larraceleta y José Vázquez Pérez.
DELEUZE, Gilles, "¿Qué es un dispositivo?" en Michel Foucault filosofo (Barcelona: Gedisa editorial, 1990) tr. Alberto Bixio.
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DELEUZE, Gilles, Critica y Clínica (Barcelona: Editorial Anagrama, 1996) tr. Thomas Kauf.
DELEUZE, Gilles, La isla desierta y otros textos (1953-1974) pre-textos 2005
DELEUZE, Gilles, Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (1975-1995) pre-textos 2007